¿Se
puede hacer más el ridículo que yo? No, la respuesta es no. Porque
no hay nada peor que perseguir a un chico por todo el centro
comercial y que él se encuentre, todo esto de forma muy casual,
contigo en el momento más inesperado.
Voy
a empezar por el principio, que es por donde se suele comenzar (?).
Aquella
tarde calurosa de verano había quedado con un par de amigas, casi
tan locas como yo, y decidimos ir al centro comercial. Tengo que
aclarar que casi la mayoría de gente de nuestra zona va al mismo
sitio y siempre te encuentras con alguien. En fin, estábamos tomando
algo en una heladería de la última planta y desde arriba podías
contemplar todo el edificio. Y JUSTAMENTE TUVE QUE VER AQUELLA
DICHOSA MOCHILA ENTRE LA GENTE, en aquel preciso instante sabía
quien se escondía tras la estúpida mancha verde...
¿Y
qué hubiese hecho una persona muy normal? SEGUIR CON SU VIDA PUESTO
QUE LO TENÍA TODO MÁS QUE SUPERADO. Pero, por supuesto, yo no soy
de esas. Decidimos correr por todo el centro comercial hasta llegar a
la conclusión de que había salido fuera a hacer quién sabía qué.
Ya casi convencidas de que no lo íbamos a encontrar nos giramos con
aires de superioridad (creyéndonos las reinas del complejo cubiertas
de sudor), cuando DE REPENTE me topo con el chico que llevaba
buscando como media hora.
¿Y QUÉ SE LES OCURRE HACER A MIS AMIGAS?
Pues nada más sutil que gritar: ¡AHÍ ESTÁ!
Y
como buena actriz que soy me doy la vuelta y continúo andando a
pesar de escuchar mi nombre y varios silbidos, aunque luego pensé
detenidamente y me di la vuelta para saludarlo con una cara de:
tierra trágame xd. Y sí, después de aumentar mi nivel de
“pateticidad” llegué a varias conclusiones.
1.
NUNCA PERSIGAS A ALGUIEN, Y MENOS SI VAS ACOMPAÑADA.
2.
Lo hecho hecho está y hay que apechugar con las consecuencias.
3.
Las oportunidades hay que perseguirlas, pero con inteligencia.
Hasta
aquí el post de hoy, espero que hayáis disfrutado de la miseria
humana de alguien a quien ni siquiera conocéis.